29/1/11

Ya ha pasado un año...



Como quien no quiere la cosa ha pasado un año.
En este tiempo, algunas personas continuaron con sus rutinas, sus horarios, sus compromisos...
Algunas dejaron pasar las horas en el transcurrir de un día prefijado inconcientemente... y sin embargo para otras este tiempo ha supuesto toda una vida.
Paro, pongo el freno de mano y observo.
LLegábamos en un mes de Enero, a estas alturas ya lejano.Cargábamos en nuestras espaldas espectativas, ideales, sueños...creyendo saber lo que hacíamos, el por qué y el para qué. Intentando planificarlo todo.
La vida no sigue un mapa.
Los primeros meses fueron "emoción pura": te sorprendes, alegras, entristeces, te cansas, te animas, te caes y te levantas. Experimentas. Toda una experiencia de reajuste.
Los patrones que tenías como "normales" van perdiendo piezas...en esos nuevos espacios se crean alternativos puzzles.
Cinco meses en Manaus y siete en Marabá.
Que he aprendido en cada lugar?
Manaus me ofreció la oportunidad de acostumbrarme a vivir en una ciudad ruidosa, sucia, ajetreada. Aceptar horas de espera en cada parada de autobús.Aprender a aceptar lo que no puedo cambiar.
Aprendí en Manaus a perder miedos personales como hablar en público o trabajar con adolescentes. Perdí la vergüenza cuando todo el mundo nos miraba mientras caminabamos por las calles, aceptando que ahora la diferente era yo.
Comprendí que las personas daban sin esperar nada a cambio, que sin conocerte abrian las puertas de sus casas y las ventanas de su corazón y aprendí a recibir todo lo que los demás tenían para darme.
Me despreocupé poco a poco de mi desaliñado "cabello" y mi sudado cuerpo. Con tanta humedad y calor, las ganas de alisarte el pelo o ponerte rímel van desapareciendo. Los complejos se relativizan. Mientras un buen pañuelo ayudaba a disimular los encrespamientos, unos maravillosos baños de agua fría hacían el resto.
LLegaron días de despedida. Cambio de proyecto.
Es difícil entender con palabras lo que los sentimientos alcanzan.
Se puede querer tanto en tan poco tiempo?
Nunca es un adiós, siempre un hasta luego. No dejo nada, llevo a todos conmigo.
La primera experiencia me dió más fuerza y seguridad para poder realizar la segunda.
Viajé a Marabá con la certeza de que las cosas irían sucediendo de la manera cierta. Sin planes, pero con confianza.
En Marabá se me rompió el corazón...
Imágenes reales, y no aquellas fribolizadas en pantalla, mostraban personas pobres, sin nada, niños desnudos en las calles, casas de madera, violencia, miedo... historias difíciles de creer.
LLoré de rabia, de impotencia, de incomprensión...La lástima no cambia el mundo. Aprendí a aceptarlo sin que se convirtiese en indiferencia.
Con esta ruptura tuve la oportunidad de recomponerme de nuevo. Ahora con pedazos diferentes. Piezas que dieron un nuevo sentido a mi vida.
En Marabá empecé a sentirme sola y en esa soledad encontré la excusa para descubrirme.
Descubrí miedos personales, heridas que yo creía curadas y fortalezas que no había visto o nunca había valorado.
Decidí entregarme al máximo y acabé recibiendo mas de lo que daba.
Encontré en los niños maestros de vida y en las visitas a cada casa un estímulo para ensanchar mi alma.
Fueron meses de reflexión, búsqueda, aprendizaje, y siguen siéndolo...
Mis preguntas se multiplicaron y siguen multiplicándose.
Entendí la importancia de respetar a cada uno como es, sin el derecho de ser juez de nadie pero con el deber de aprender a amar de verdad.
Me siento otra persona, aún sin saber realmente lo que ha cambiado en mí.
Doy gracias por esta oportunidad tan especial.
Gracias por todo lo que he pasado durante esta año de vida, o más bien, esta vida que he pasado durante este año.
Con más Fé ahora sigo caminando...