25/3/10

Como vaivén de canoa


Esta semana hemos ido al Rio Negro, un poquito más al interior del Amazonas. Hemos cambiado la bulliciosa y poblada ciudad por adentrarnos en la frondosa mata.


La naturaleza nunca deja de sorprendernos. Abundante vegetación, pequenhas casas de madera ( de esas que tienen alma) y un río al final del camino hacen que en pocos segundos tu cabeza vuelva a estar en calma. Un manto de estrellas cubre las silenciosas noches, y es en el silencio cuando te sientas, respiras y tomas consciencia de todo lo que está pasando. Ya han trancurrido casi dos meses, la sensación de que el tiempo no corre ha desaparecido, dando lugar a los espíricos minutos que pasan sin parar, a las horas que corren, y si no vuelan, a los días que en un abrir y cerrar de ojos se convierten en semanas...


Lo que antes era novedad se tranforma en rutina: odioso despertador a las seis, abrazos a modo de saludos, un café, clases convertidas en dinámicas, un zumo, bocadillo o mingau ( como papilla con leche, azucar y cereales), más clases compartiendo momentos, almuerzo de pasta o arroz a las doce de la manhana, ilusión por abrir el mail y encontrar alguna palabra amiga... y es que en la distancia las penas se vuelven más grandes y los recuerdos son la excusa perfecta para perderte en tus pensamientos.


Cuando te descuidas el cansancio se apodera de tí. Te duermes cuando escribes, cuando lees en la cama o apoyada en el asiento del autobus. Tu cuerpo de resiente y es cuando echas en falta esos "mimitos" que tanto te gustaban, esas palabras que te hacían sentir más fuerte, esos abrazos tan intensos que en ocasiones te calmaban. Y es que el ser humano es un ser extranho.


La comida se convierte en un entretenimiento, en un "llenar el vacío" que a veces sientes, en un encuentro con el otro, en un no tengo nada mejor que hacer... y a base de estos momentos tu barriga abandona su forma y se torna cada vez más esa pesadilla que atormenta tanto a los adolescentes de hoy en día. Y es que hasta en los lugares más reconditos la propaganda de : " cuerpo 10" deja huella en tus ideas. Barriguita, munheca bonita! odio las barbis de cintura estrecha... y sin embargo aquí estoy, pensando en hacer dieta.


Siempre, hasta el reloj más viejo marca la hora correcta dos veces al día. De lo malo, lo mejor.

Estamos aprendiendo a conocernos, a confiar en el otro, a reirnos juntos, a perder los miedos, averiguamos que no somos tan fuertes como creiamos y nos hacemos algo más fuertes cada día, bailamos, observamos imágenes bonitas y diferentes, aprendemos otro idioma, analizamos nuestros preconceptos y nos damos cuenta de lo equivocados que estabamos.

Y es que aprender no es fácil, pero merece la pena.


Y como vaivén de canoa se pasan los días, en un ir y venir de emociones y momentos, en un fluir en las aguas de la vida, en un instante perfecto para ser nosotros mismos.