Ya no queda tiempo, quizás nunca lo hubo.
Cada día se transforma en una despedida. cuando te despides cierras una etapa. que difícil es cerrar. Cuando crees que ya estás seguro, que tienes la fuerza necesaria para seguir, que la decisión está tomada... entonces, aparece el miedo.
El miedo... ese sentimiento que te frena, que te tira abajo los cimientos. Miedo... a qué?
A no saber que va a pasar.
A perder lo que tienes.
A no encontrarte después.
A equivocarte...
En este preciso momento es cuando tienes que confiar en ti. Sentir que el motor que te mueve va más allá, no tiene frenos si tu no se los pones.
Cuando alzas la vista y miras al miedo... éste desaparece.
Saldremos el viernes por la madrugada, muchas horas de viaje, muchas emociones entremezcladas. Nos esperan en Manaus con los abrazos abiertos y muchas ganas... esto es mucho más de lo que le aguarda a cualquier persona cuando abandonan su país, su familia, su casa. Cuando lo deja todo y al llegar no encuentra nada, nunca unos brazos abiertos...
Es difícil dejar tu vida, aún habiéndolo decidido tu, aún con ganas y alegría por hacer lo que te gusta... imagino y no me atrevo a sentir como será de duro dejarlo todo bajo un sentimiento de obligación, de miedo o desamparo.
A veces, debajo de una cara melancólica, de una ropa sucia o en un cartón de la acera se esconde una gran valentía, una gran fortaleza que en ocasiones se acaban apagando tras la hipocresía de nuestras miradas.
A ellos le doy las gracias por enseñarme quienes son los realmente valientes.
